Probablemente hayas escuchado decir alguna vez que las mujeres son caprichosas por naturaleza, que son volubles o que prefieren chicos malos para soñar (como decía Loquillo). Pues bien, Madame Bovary tiene gran parte de culpa de que esas frases sigan vigentes hoy en día.
Y es que, esta novela está tan bien escrita que casi cualquier mujer (por empoderada, libre o feminista que se sienta) siente a ratos el anhelo de ser Emma Bovary mientras la está leyendo. Pero, además, los hombres que la leen también sienten un impulso y fascinación por ella difícil de explicar.
La imaginación es más poderosa que la realidad
Emma, la protagonista de Madame Bovary, es una soñadora que cree en lo que escucha, lo que ve o lo que lee. Lo que no se da cuenta es cuánto habrá de verdad y cuánto de pose o de relato. Hoy en día, nos pasa lo mismo cuando vemos a alguien en redes sociales, en prensa o en televisión.
Si algún día quieres llevarte una gran decepción, busca algo en lo que sepas más que la mayoría de la gente (en mi caso, por ejemplo, es el buceo en el mar rojo) y empieza a buscar noticias generalistas, canales o publicaciones en redes sociales sobre ese tema. Pronto empezarás a ver exageraciones, cherry picking o directamente falacias.
Me gusta hacer ese ejercicio de vez en cuando para recordarme a mí mismo que debo confiar poco o nada en lo que veo en prensa, televisión o redes sociales.
Pero volvamos a Madame Bovary.
La imaginación siempre será más poderosa que cualquier realidad porque carece de límites y se vive desde el anhelo y la ilusión mientras que la realidad es material y condicionada por el contexto. Pero hay que aterrizar la vida. No se puede vivir siempre de ilusiones y sueños, pero aun así Emma lo intenta.
En cambio, Charles tiene los pies en el suelo, es pragmático y realista, pero el amor por ella también la ciega. Cada uno de ellos
¿Machista o feminista?
Como en todas las novelas de la época, el machismo benevolente está presente en todo momento en este relato. Las mujeres buscan el refuerzo masculino y se sienten realizadas a través de él.
Pero al contrario que en la esfinge sin secreto de Oscar Wilde, Emma Bovary toma sus decisiones según sus propios intereses y deseos. Eso hace que muchos consideren esta novela un relato feminista (dentro de lo feminista que podía ser Gustave Flaubert en su época).
Emma Bovary juega además la carta del deseo, el erotismo y el sexo con destreza, lo cual contribuye a hacerla parecer empoderada y liberada. En cambio Charles es un hombre sencillo con gustos básicos y pocas inquietudes, algo que fortalece todavía más la sensación de autodeterminación de Emma.
Esta novela es treméndamente erótica. En todo momento tienes la sensación de que se está reprimiendo el deseo. Incluso en las partes más sexuales, siempre existe un sentimiento de culpa limitante.
Emma Bovary disfruta de su sexualidad y de su infidelidad en la mayoría de las ocasiones algo que se contrapone a la moral predominante, algo que muchos también utilizan para defender la visión feminista de este relato.
En mi caso, lo veo más como esa mujer que se siente liberada y empoderada por abrirse un OnlyFans, sin darse cuenta de que está sustentando un sistema en el que es un simple objeto. Si no hubiera puteros no existiría el OnlyFans.
Emma Bovary cree que disfruta de su sexualidad pero en realidad todos sus amantes la usan y la tiran como lo harían con cualquier otra, porque el sistema se lo permite.
Dinero, poder y envidia
Si el machismo está siempre presente en Madame Bovary, la envidia que los pobres sienten por los ricos no lo está menos.
Es habitual que la gente sin recursos sienta que el dinero sería la solución a sus problemas y, en la mayoría de los casos tendrían razón. Pero más dinero no significa más felicidad en todos los casos.
Charles y Emma tienen una posición suficientemente acomodada, no pasan penurias y tienen suficiente para vivir, pero para Emma eso no es suficiente, ella quiere ser rica.
Este arquetipo también es un clásico que ha llegado hasta nuestros días y que sustenta parte de nuestro contrato social actual.
Los niños de hoy en día ven videos de Mr. Beast porque no llegan a entender que alguien tenga tanto dinero que pueda regalarlo o hacer juegos con él. Ninguno de ellos se para a pensar que, en la mayoría de los casos, los que participan en los juegos son los miembros del equipo de Mr. Beast y que, con total probabilidad, ese premio nunca llegue a repartirse y sólo sea un contenido destinado a llamar su atención.
No importa que sea verdad, importa que tu creas que es verdad. Esa es la base de la envidia y la envidia es la base del capitalismo. En Madame Bovary, el sexo y el dinero son la clave de los conflictos, pero en la mayoría de los casos es difícil distinguir si un conflicto empieza por un tema sexual o económico.
En el estereotipo que defiende Madame Bovary (que sigue siendo válido hoy en día en algunos casos), el dinero lo complica todo: fomenta la inseguridad del hombre y la insatisfacción de la mujer. Emma Bovary busca en cosas materiales la solución a su insatisfacción, lo cual complica todavía más su situación económica.
Pero el sistema siempre vence
A pesar de su libertad, su empoderamiento, sus instintos, deseos, infidelidades, el sistema termina machacando a Emma Bovary. Y a todos los que la quieren y tratan de ayudarla. Emma fantasea y cae para volverse a levantar y volver a perderse en sus fantasías.
Esa vida a la que aspira (idílica y privilegiada) nunca llegará porque el sistema no permite a las clases inferiores llegar arriba. No eres un eslabón inferior, sino el suelo que pisan.
Emma no se resigna a llevar una vida acorde a su estatus social ni a su género, y pagará por ello.